He decidido empezar por este tema, pues a lo largo del
ejercicio de mi profesión, he escuchado toda clase de cosas sobre la razón para
ir o no al psicólogo, desde la ya muy conocida frase: "El psicólogo es
para los locos", hasta otras muchas mas que dejan entre ver el
desconocimiento por parte de muchas personas sobre lo que es un psicólogo,
y lo que sucede dentro de su consultorio
luego de cerrada la puerta; es decir, lo
que pasa dentro de esas paredes es un misterio, es como si fuera una dimensión
desconocida. En este artículo pretendo
hacer un pequeño recorrido por aquellas cosas que piensan las personas sobre el
psicólogo, y de igual forma pretendo hacer un acercamiento a lo que
verdaderamente sucede dentro de ese cuarto. Es importante aclarar que parto de
la premisa de que cada profesional de la psicología tiene su modus operandi de
acuerdo al modelo teórico bajo el cual se rige su actuación terapéutica, por lo
tanto lo aquí expresado puede variar de acuerdo a cada terapeuta.
Hay momentos en la vida de todo ser humano en donde se
enfrenta la decisión de ir o no a un psicólogo, decisión muchas veces influida por otras personas, las cuales
consideran importante la búsqueda de ayuda para la dificultad por la cual se atraviesa;
es justo en este momento cuando muchos interrogantes pueden pasar por la
cabeza: ¿Necesito ayuda? ¿Estoy loco? ¿Puedo solucionar mi dificultad solo?
etc. Es también en este momento cuando muchos miedos pueden emerger de la mente
y tomar forma, muchas veces demorando la decisión de ir en búsqueda de la ayuda
requerida. Uno de los miedos mas comunes es el temor a ser juzgado por el
profesional o que dicho profesional piense que el motivo por el cual uno
consulta es insignificante; miedo por lo
general acompañado de otro miedo, y es
el temor a que otros se enteren de que estoy consultando a un psicólogo, claro
esta por aquello del que dirán.
A lo largo de estos años de
ejercicio de mi profesión me he encontrado, que las creencias de las personas
acerca del profesional de la psicología se dan en todas las edades, pero se da
un hecho interesante y que vale la pena
mencionar. En los niños y adolescentes las creencias están muy influidas por el
entorno que los rodea (amigos, familia), que logran ejercer una gran presión, y
que muchas veces logran ser un obstáculo a la hora de llevar al niño o
adolescente a una consulta con el profesional; esta situación se ve reforzada
cuando muchas veces los padres no saben explicar a los hijos, la razón por la
cual acudirán al psicólogo, llegando en muchos casos a llevarlos con engaños,
lo cual hace que se dificulte iniciar un proceso terapéutico. Ahora bien con los adolescentes sucede algo
particular, en muchos casos llegan a consulta con muchas ganas de recibir
atención, pues la situación que los lleva es tan pesada que lo único que desean
es que un profesional los oriente y les ayude a solucionar su dificultad; pero
en otros casos, estos jóvenes acuden donde el profesional, presionados por sus
padres; y dichos adolescentes ven el acudir al profesional como una carta de salvación
ante unos padres que ya no saben que hacer con su hijo. En ambos casos las
creencias que los adolescentes tengan respecto al psicólogo quedan a un lado, pero una vez
dentro del consultorio suelen salir, sobre todo en el segundo caso, poniendo de
manifiesto que lo único que se desea es que los padres los dejen de ver como el
centro de la dificultad familiar. He
encontrado que por lo general los
adolescentes piensan que no necesitan que un tercero se entere de sus dificultades, y creo que esto esta en consonancia con la
etapa del ciclo vital en la que se encuentran, ya que precisamente es una etapa donde los jóvenes
creen que todo lo saben y todo lo ven bien, esto queda muy claro con una
respuesta que siempre dan los jóvenes: “todo esta bien”. Pero este es tema para
otra entrada del blog.
Con los adultos pasan varias
cosas; por un lado nos encontramos con aquellos que piensan que no tienen razón
para ir a contarle sus dificultades a un extraño; también encontramos a los que
como dijimos al inicio, piensan que los psicólogos son para los locos; muchos
de estos últimos nunca irán donde el profesional, otros, terminan cediendo a
sus pensamientos y luego de la primera o segunda consulta terminan cambiando su
forma de pensar, al respecto recuerdo una paciente que luego de 3 sesiones me
dice: “al principio pensaba que esto de los psicólogos era para los locos, pero
ahora siento que definitivamente vale la pena estar aquí; todo el mundo debería
asistir a un psicólogo”; son frases como esta, las que hacen que valga
la pena levantarse cada día y que lo hacen ver a uno como profesional, que
definitivamente se puede hacer la diferencia en la vida de una persona. En mis años de profesional he aprendido que
la mejor forma de cambiar estas creencias de las personas, es no desafiarlas,
sino por el contrario tratar de entenderlas, y permitir que poco a poco las
personas se metan en el proceso y se apersonen de él, esto llevara a que esas
creencias se queden sin fuerza y finalmente desaparezcan.
Quiero ahora, y antes de finalizar esta entrada del
blog, hacer una acercamiento a la
persona del psicólogo y a su que hacer
diario. Primero que nada quiero dejar
claro que un psicólogo es un ser humano como todos, y que por lo tanto piensa y
siente como los demás; quizás lo que lo diferencia de los demás, son esos años
de estudio del comportamiento humano y ese entrenamiento que recibe para poder
ayudar a otras personas en la solución de sus dificultades. Es precisamente el
entrenamiento el que lo faculta para usar una serie de técnicas (varia según el
modelo teórico) para lograr mediante una conversación llevar al paciente en un
proceso reflexivo que le permita encontrar posibles salidas a su dificultad.
Cada psicólogo aborda al paciente de forma diferente; en mi caso personal, el
abordaje que hago tiene como base principal el contexto familiar, es decir que
no pierdo de vista que la persona o personas que están en consulta, pertenecen
a un circulo familiar y por lo tanto para mi es importante mirar la dificultad
del consultante, desde el contexto familiar y sus interacciones. Otro asunto importante es que lo que le digas
a un psicólogo queda protegido bajo el secreto profesional, es decir que el profesional jamás podrá revelar
lo que tu le dices en consulta, solo en caso de peligro de muerte para el
paciente o de otra persona del entorno del paciente.
En conclusión los psicólogos estamos
para escuchar y ayudar a quienes llegan a consulta; no juzgamos, simplemente
orientamos. No hay que esperar a tener una dificultad para visitar al psicólogo,
simplemente por crecimiento personal y por conocernos un poco más. No tengan miedo de asistir a su consulta.
Finalmente quiero invitarlos a pensar
en su salud mental, así como invertimos en ropa, diversión, comida, salud física,
etc., deberíamos invertir en nuestra salud mental, y no dejarlo para cuando ya
se vuelve en una autentica necesidad. La salud mental es una necesidad no un lujo.
Muy bueno, Colega! Sabes qué pienso que ha pasado por tantos años? La confidencialidad del proceso terapéutico ha retraído un poco una información fiel sobre la terapia dentro de una consulta. Se deja a merced de "leyendas urbanas" todo esto de "lo que pasa en consulta". Y quienes están inmersos en él buscan la mayor discreción posible, y se les respeta como debe ser!
ResponderEliminarY acá el punto que pienso medular es que cada día haya más profesionales de la salud mental enfocados hacia la "calidad" de un buen servicio, saber sus limitaciones, y aceptar cuando un caso debe ser supervisado, la educación continuada del profesional para tener herramientas actualizadas son factores de cambio en cuanto a la "visión general" sobre el trabajo terapéutico.
Solo te pediré licencia para compartir la entrada en mi facebook para información de las personas interesadas! un saludo desde Panamá!
El Gil